Linus Pauling, ganador en dos ocasiones del Premio Nobel, resumió en una sola frase todo el proceso de innovación cuando dijo que la manera de obtener buenas ideas consiste en generar muchas ideas y deshacerse de las malas.
Ésta es una definición brillante porque desmiente la creencia equivocada que el éxito de todo proyecto depende de una idea genial que aparece de manera fugaz en nuestra mente cambiando en un instante el curso de la historia. Ejemplos como el famoso incidente de la manzana cayendo en la cabeza de Newton que desencadena toda la teoría de la gravitación universal han ayudado a abonar esta percepción tan extendida.
La realidad no es tan poética y las ideas geniales rara vez surgen de un momento de inspiración divina. Cuando la innovación no reporta resultados satisfactorios en las empresas habitualmente no es tanto por una falta de creatividad, sino que es por una falta de disciplina.
En general, podemos afirmar que innovar es el resultado de una acción sistemática orientada al descubrimiento y resolución de problemas. Es por ello por lo que, si no se crean los espacios ni las rutinas adecuadas, el personal acaba consumiendo todo el tiempo y los recursos en aquellas actividades orientadas a la ejecución.
Para que la innovación sea una realidad, el gran reto de las organizaciones consiste en abrir espacios en medio de toda la actividad ejecutiva del día a día, destinando parte del tiempo a la exploración de nuevas oportunidades. Se trata de un reto porque cada individuo o equipo siempre asignará una mayor prioridad a las actividades que forman parte de la ejecución que a al conjunto de actividades destinadas a la exploración o innovación.
Por todo ello, es necesario incorporar una serie de rituales de exploración de nuevas oportunidades en cada ciclo de ejecución. Solo cuando se procede de este modo se consigue conectar la experiencia adquirida en la ejecución con la mejora.
Estos rituales que conectan la experimentación con las necesidades de la organización contribuyen a que las oportunidades de futuro emerjan de las necesidades del momento.
¡Empiece a innovar!
Nuestro canvas de “Innovación” le será de gran ayuda para cuestionarse todo aquello que da por sentado a pesar de no tener datos que lo avalen. Las suposiciones y creencias son, según se traten, fuente de errores y de innovación.
Innovación en serie
El modelo ampliamente conocido de ensayo y error es de gran utilidad para conseguir que la innovación sea una realidad y no solo una mera declaración de intenciones. Por sus características, se trata de un modelo que muestra una clara voluntad de avanzar hacia un resultado por la vía de construir nuevos conocimientos de manera progresiva, sobre la base de evidencias y datos.
La chispa que inicia todo este proceso surge de nuestra actividad ejecutiva diaria, identificando las suposiciones sobre las que se sustenta nuestro conocimiento actual. En otras palabras, aquello que damos por sentado aún sin disponer de datos que lo avalen. A continuación, se trata de cuestionar esta percepción planteando hipótesis y diseñando un conjunto de experimentos dirigidos a (in)validar estas creencias.
Cada uno de los experimentos aportará conocimiento por un lado y una gran cantidad de información que servirá de materia prima para futuras hipótesis.
Con este enfoque, la innovación tiene la misión de transformar el proceso de generación de conocimiento natural de nuestra actividad de ejecución, pasando de un patrón lineal a uno no lineal: cuando se validan nuestras creencias, la progresión es incremental y todo progresa según nuestras previsiones. Pero, cuando nos encontramos ante experimentos que refutan nuestro conocimiento actual se produce una disrupción que genera un gran volumen de información.
El progreso no lineal simplemente consiste en aceptar que el mundo actual no es en modo alguno determinístico y que muchas veces, el resultado obtenido de la ejecución de una serie de tareas no siempre coincide con nuestra previsión.
En este sentido, innovar consiste en demostrar que nuestras percepciones son totalmente incorrectas mediante evidencias. La esperanza en la que se sustenta este modelo de innovación se encuentra precisamente en constatar que estamos equivocados en nuestras previsiones. El conocimiento que se extrae de algo que no funciona de acuerdo con nuestras creencias es infalible. Lo contrario, realimentar nuestra percepción buscando un ejemplo que refuerce nuestro conocimiento actual normalmente nos llevará a persistir en el error.
Por todo ello, el proceso de exploración es en realidad un proceso de aprendizaje. El reto consiste en adquirir una cantidad desproporcionada de conocimientos respecto al problema que se está analizando.
Innovación exponencial
Instaurar una rutina de exploración significa que los resultados que se pueden obtener de estos experimentos son más impredecibles si cabe que los de las actividades ejecutivas de un proyecto o de la actividad diaria.
En este contexto de exploración, la denominación no lineal significa también que un pequeño paso incremental en la ejecución de un experimento puede generar una disrupción en el resultado.
Es por ello por lo que, el miedo a la no linealidad inherente al ser humano se acentúa especialmente en este tipo de actividades. En muchos casos, cuando la innovación no es una rutina totalmente instaurada, estas acciones de descubrimiento de oportunidades se van reduciendo progresivamente hasta el extremo que quedan limitadas a una mínima expresión con objeto de evitar riesgos.
Actuar con este enfoque, orientando los equipos a las actividades de ejecución y planificando desde un inicio y de manera determinista todo lo que se va a hacer con la voluntad de reducir los niveles de incertidumbre no mejora en modo alguno los resultados finales.
En cambio, aprovechar en cada uno de los ciclos de ejecución y a lo largo de toda la actividad los beneficios de la no linealidad característica de este proceso de aprendizaje puede ser altamente beneficioso y, en muchos casos, de un coste extremadamente reducido. Simplemente se trata de preguntarnos en cada ciclo de ejecución las siguientes cuestiones:
- ¿Qué estamos dando por sentado a pesar de no disponer de datos que lo avalen?
- ¿Qué deberíamos validar en el próximo ciclo de trabajo?
- ¿Qué experimento vamos a realizar para validar nuestras hipótesis?
Innovar es una acción del día a día...
Solo cuando tenemos la curiosidad necesaria para intentar comprender la realidad estaremos en condiciones para diseñar e integrar las rutinas de innovación en nuestra actividad diaria. Es un ejercicio que requiere de un esfuerzo inicial pero que reporta grandes beneficios.
Si desea incorporar la innovación en su actividad diaria, podemos ayudarles a diseñar los sistemas que necesita. Estaremos encantados de acompañarles en esta transformación.
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