Vivimos una época que nos tiene acostumbrados a grandes cambios. En apenas un siglo, la esperanza de vida de las grandes corporaciones ha caído en más de 50 años y la gran mayoría de los analistas estiman que esta tendencia se va a mantener en el futuro.
Aunque las personas de modo individual se han adaptado rápidamente a la digitalización, las empresas todavía siguen trabajando con estructuras organizativas del siglo pasado.
El presente y el futuro están reservados para las organizaciones ágiles y adaptativas, empresas formadas por equipos de alto rendimiento, perfectamente diseñados, capacitados y sincronizados, no solo para dar una respuesta a los cambios, sino para liderar el futuro, consiguiendo:
La era de las disrupciones
Si algo podemos anticipar en este momento es que el cambio es la nueva realidad y que, en el futuro, cada vez será más frecuente. Vivimos en un entorno en el cual los sistemas de trabajo que funcionaban en base a una dinámica lineal y previsible serán totalmente inservibles. En este nuevo contexto de evolución acelerada las reglas del juego han cambiado.
90%
Actualmente, el 90%* de las empresas están en un proceso de transformación cuyo objetivo es convertirse en organizaciones más ágiles, capaces de adaptarse al presente y hacer frente a los retos que plantea, pero son pocas las que culminan este proceso con éxito.
Solo un 9% de las organizaciones que inician un cambio organizativo consiguen los resultados deseados. En la mayoría de los casos las mejoras son imperceptibles o solo se aprecian de manera temporal en algunos de los indicadores clave de la organización.
La incorporación de nuevas tecnologías al trabajo sin establecer unas pautas ni unas rutinas para su utilización ha generado una reducción de la productividad que puede llegar al 70%. La digitalización nos ha aportado herramientas pero no los sistemas ni las rutinas para utilizarlas de manera eficiente.
La tecnología no es la solución. Las organizaciones que consiguen cambiar con éxito son aquellas que actúan sobre todos los elementos del sistema, generando las rutinas necesarias para convertir los objetivos en acciones y las acciones en resultados de manera sostenible.
La organización digital
En toda organización, los proyectos de digitalización conviven con una nueva realidad que podríamos describir como la organización digital. Aunque la raíz de ambos términos es la misma, no deberíamos confundir la digitalización con la organización digital.
Digitalizar equivale a transformar el medio mediante el cual se realiza una operación, pasando inicialmente de una actividad ejecutada de forma manual a una misma actividad ejecutada en este caso de manera automática o informatizada. En este proceso de automatización, la esencia del proceso y el valor aportado por la actividad no se modifica y solo cambia la forma de ejecución. La digitalización o automatización de procesos constituye una prioridad para muchas compañías que necesitan competir en un mercado cada vez más exigente. Un mercado que requiere la aplicación de manera continuada de reducciones de coste sobre los mismos productos. Para muchas compañías, la posibilidad de mantenerse vivas depende de su capacidad de reducción de costes por la vía de la automatización o la robotización de sus procesos. Por todo ello y de forma general, podemos definir la digitalización como un proyecto de automatización de procesos que parte de un análisis interno y que tiene por objetivo la reducción de las pérdidas y el aumento de la eficiencia.
En cambio, la organización digital plantea un nuevo reto que consiste en repensar el propósito del negocio teniendo en consideración toda la revolución tecnológica actual con el objetivo central de aportar valor de una manera diferente al cliente. La organización digital es el resultado de mirar hacia el exterior. Es la consecuencia lógica de entender al cliente en todas sus dimensiones y sus necesidades. En lugar de una búsqueda de la eficiencia, la empresa digital persigue una innovación disruptiva centrada en el valor añadido.
La cultura digital
Resulta evidente que la tecnología no puede ser la única solución a este gran reto al que nos enfrentamos. El cambio necesario es un cambio cultural y solo las organizaciones que actúan sobre todos los elementos del sistema consiguen un resultado satisfactorio.
Una organización digital es un ecosistema flexible cuyos equipos se adaptan continuamente al entorno para dar respuesta a las necesidades del cliente y a los requerimientos del mercado. El cambio de una cultura tradicional y jerárquica a un sistema de equipos autoorganizados solo se consigue actuando sobre cada una de las siguientes dimensiones, instaurando las rutinas necesarias que generen nuevas formas de trabajar:
- PROPÓSITO: Definición de las prioridades y los objetivos de la organización. Redacción y comunicación del propósito a todo el equipo.
- PERSONAS: Diseño de los equipos orientados a conseguir impactos en sintonía con las prioridades de la organización. Capacitación de las personas para acelerar la evolución de los equipos.
- PROCESO: Desarrollo de las rutinas de ejecución orientadas a la consecución de las metas establecidas. Acciones de mejora incremental de los resultados y evaluación continua del impacto.
- PROGRESO: Integración de la innovación en las rutinas de ejecución. Diseño e implantación de los sistemas de innovación. Ajuste continuo del sistema de trabajo y redefinición en función de las necesidades.
Solo actuando sobre las cuatro palancas sus equipos serán capaces de dar respuesta a los retos más ambiciosos a los que se enfrenta su organización generando las rutinas necesarias para convertir los objetivos en acciones y las acciones en resultados de manera sostenible.
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